Horas preparando y pensando (¿esto les gustará? ¿Conseguiré transmitirles lo que pretendo? ¿Les servirá?) después de estar 8 horas en clase como las demás personas, vuelves al barrio y metes otras tres o cuatro preparándote para ellos. Llegas a casa y tu padre te mira como si volvieras del after hour; que a ver qué estás haciendo con tu vida perdiendo el tiempo por algo que no te sirve para ganarte el pan, que si estás agotada, que tienes ojeras, que esas no son horas de llegar a casa... Miles de razones que te dicen que no deberías estar invirtiendo tu tiempo en esto, que podrías estar leyendo, saliendo de fiesta, estudiando, haciendo todo lo que ahora no tienes tiempo para hacer.
Concurso fotográfico Goitibera |
Y entonces, mientras subes a trabajar, en el barrio dos niñas se cruzan contigo
y las ves cuchichear, reírse y volverse para saludarte. A la amama de una le ha
gustado mucho el vídeo que se hizo en el barrio para la Korrika y la otra ya
tiene ideas para la próxima. Son dos tonterías, pero es eso, ese algo no tiene
precio. Mil razones que te dicen que pares, que lo dejes. Millones de
sentimientos que te dicen que sigas, que vale la pena, que es lo que quieres
Yo no llevo mucho tiempo en esto, por eso muchas veces
cuando estamos todos juntos, en alguna reunión, o incluso de fiesta (porque
también nos damos nuestros homenajes), miro a las personas que están a mi
alrededor y me pregunto: ¿cuántos años llevarán en esto? ¿Cuántas horas de
reuniones, discusiones, caminatas, celebraciones, juegos, reflexiones, risas,
canciones y vivencias llevarán a sus espaldas? ¿Cuántos proyectos habrán
empezado y cuantos se les habrán escapado?
Mis amigos-as y yo empezamos un grupo hace dos años y jamás
creí que sería capaz de sentirme tan motivada por algo, ni que sería capaz de
trabajar tanto. Y ellos llevan aquí años, desde que tienen edad para hacerlo y
lo mejor de todo es que ahora formo parte de este colectivo de gente que no se
queda sentada, que además de ser críticos son coherentes, se levantan del sofá e intentan cambiar las cosas.
Concurso fotográfico Goitibera |
Y puede que no cambien el mundo de golpe, pero persona a
persona, barrio a barrio, ciudad a ciudad hacen que nos sintamos útiles, que
sintamos que podemos, de verdad, hacer algo para que este mundo que esta tan
enfermo y tan pateado sea un sitio en el que queden niñas y niños preocupados
por la Korrika de dentro de dos años. Que quieran saber cómo vamos a arreglar
los locales en los que van a pasar gran parte de su tiempo libre, que preguntan
porque hay gente que no puede vivir más tiempo en sus casas, que tienen claro
que ellas y ellos son iguales, que reparten postales en los comercios del
barrio para que decoren sus locales… Eso quiere decir que en un futuro habrá jóvenes
que quieran al euskera y que lo sientan suyo, que no permitan que nadie levante
la mano contra una mujer, que sean capaces de construir, capaces de cambiar a
otra mucha gente exactamente como hace dos años hicieron conmigo.
Así que para todos aquellos que me dicen que estoy perdiendo
el tiempo, que no merece la pena todo el esfuerzo que estoy malgastando, que lo
deje y que me relaje en casa, les digo: ya tendré tiempo de relajarme cuando no
quede nada que hacer, pero de momento tengo un barrio que revive, tengo ganas
de cambiar las cosas, de sentirme útil, de ver a las familias de mi grupo
trabajar por ello, por el barrio en el que vivimos y sentir que hacemos del
mundo un sitio un poquito mejor. Llamadme sentimental.
Itsaso Inchausti,
monitora de Gozaldi
Bonitas palabras. Lectura recomendada de vez en cuando para todo el monitorado, para recordar porqué seguimos ahí.
ResponderEliminarUno que aunque ya no está no se desengancha del todo.
Buen texto que transmite el amor por una profesión.
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